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Nazarena Velez: "La mentira del caño"



Creo que por más que se esfuercen mucho, ninguna va a rozar mi performance. Las cosas muy premeditadas jamás son las que realmente gustan. La chica perfecta no te enamora y el más bueno no te calienta.
En el baile del caño no se destacan de manera increíble ni los más divinos y perfectos vestidos por Gucci o Hugo Boss, sino aquel chamullerito de barrio un poco piola que se compra ropa tan básica que siempre usa lo mismo pero que le mete un accesorio y vos crees que es re-cool y está bien lookeado.
Por cómo sucedió en el segundo caño y repechaje del 2007, los chicos y las chicas quedaron tan shokeados con mi pole dance, que estaban tratando de igualarlo y también de criticarlo y superarlo. Entonces nadie recuerda ninguna de las más de 70 performances que se vieron, unas artísticamente excelentes y muchísimas técnicamente superiores a la mía.
Este fenómeno se puede explicar de la siguiente manera: Susana jamás quiere ser Mirtha ni Mirtha Legrand quiere ser Susana Giménez.
Cuando algo te deslumbra tanto o te causa tanto impacto (para bien o para mal) y lo vivís teniendo en la cabeza tu energía y tú esencia, te queda tan grabado a fuego que siempre algo que hagas puede ser mucho o poco.
Hoy en día, el hecho que un país me esté llamando para ver si al final cierro este ciclo del caño me causa gracia y a la vez digo: “¡Pobres! ¡Cuánta falta de talento!”. Porque el talento no es ser el mejor actor, ser la mejor cantante, la mejor acróbata. En nuestro medio, el talento mayor lo tiene aquel actor que vos te fuiste llorando del teatro diciendo que lo que viste fue algo conmovedor.
Sólo aquel que estudio con fulanito o menganito puede lograr eso y, en realidad, ese actor que ni estudio te lo hizo creer, le compraste la entrada creyendo eso e hizo lo que pudo pero siempre basándose en sus escasos recursos técnicos.
Yo no quise ser portada del The New York Times y que comparen lo mío con algo que hizo Madonna en la década de los 80 y sin embargo ¡fui portada! Jamás quise probar ese revuelo mediático con el Comfer y lo hice. ¿Sabes por qué? Porque cuando actuó arriba del escenario bailo o canto, me la re creo y soy lo más mentirosa del mundo. El secreto de esto está en saber mentir y maquillar pero siempre súper convencida tus falencias.
No tengo demasiada fuerza en los brazos y en las piernas, entonces para el baile del caño apelé a mi imaginación y dibujé mi propia historia basándome en cómo sería yo bailando todas las noches en un prostíbulo (lugar donde nunca entré y que está muy lejano a mi realidad y que tal vez vi en alguna que otra película con ese maldito caño). Y así salió y robé segundos mientras traían la bañera y me frotaba y lamía el caño, mientras luchaba con un botón trabado de la camisa de mi soñador y sentía como me sonaba el estómago porque no había cenado para tener la panza chata y soñaba despierta con un Big Mac, jeje.
Pero todo eso con una actitud de “mirá como gozo”, “mirá como bailo”, “mirá qué sexy”. Por eso dejé a todo el mundo fantaseando, soñando y sacando conclusiones de una gran mentira. No hay nada que odie más que hacerme la sexy en la fantasía y en la realidad, es por eso que soy una de esas personas que cuando me gritan manejando: “Andá a lavar los platos”, bajo el vidrio y contesto: “Me los está lavando tu vieja imbécil”, jaja. Por eso es que soy una gran mentirosa.


FUENTE: primiciasya.com

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